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Empecé a los estiramientos por un tema médico en 2017. Me quedaba clavada de la espalda a menudo y lo comenté con el traumatólogo después de haber encontrado un folleto en la sala de espera. Ni por un momento pensé que aquella conversación a la que le di tan poca importancia me cambiaría la vida! Si, tal cual, cambiarme la vida
Los primeros días iba un poco desorientada: no tenía claro de esperar, no tenía claro que tenía que sentir, me sabia mal atrasar al grupo, no sabía si corría demasiado, si no llegaba a tiempo, no tenía claro ni que siguiera correctamente lo que nos decía Lluïsa! A veces alargaba tanto un estiramiento que me hacia daño y en otros me parecía que no estaba de haciendo nada. Me obligué a ir algunos días a los cuales me hubiera resultado más sencillo no ir, no conseguía desconectar el cerebro.... Hasta que un día, además de oír la voz de Lluïsa, la empecé a escuchar y acoger.
No se porqué ni cómo pasó, pero allí tomé conciencia de que algo había hecho un clic en mi interior: empecé a no luchar contra a mis pensamientos y dejar que estos entraran y salieran durante los ejercicios.
Aprendí (todavía aprendo) a tener más respeto por mi y por mi cuerpo, a escuchar y aceptar los manifestaciones del mi cuerpo intentando no juzgar, permitirme centrar en mi la atención: en definitiva escucharme, cuidarme, respetarme.
Esto ha ido más allá de unos simples estiramientos físicos para reforzar la espalda y encontrarme mejor. Obviamente que me encuentro mejor físicamente, cosa que agradezco y valoro profundamente tras sufrir dolores durante mucho tiempo.
Justo es decir que aparte del tema físico, cuando empecé con los estiramientos, me sentía atrapada en un nudo emocional por diversas causas. Esta práctica, semana tras semana, me ha llevado a escuchar y aceptar (aunque a veces todavía me cuesta) las limitaciones de mi cuerpo y de mi mente: no puedo ir al mismo ritmo que iba, estoy aprendiendo a poner límites, incluido decir no, alejarme de aquello o aquellos que estorba o me hace daño, procuro tratarme con más amor y aceptarme. A la vez me siento más segura, más fuerte y con más energía.
Esta hora y media semanal es mía, solo mía. Desconecto el teléfono y no hay nada en el mundo más importante que la sala y los que estamos dentro de ella. Un pequeño grupo de personas, cada uno con su historia, con un objetivo común: encontrarnos mejor y acompañarnos en el camino.
Adquirir este compromiso conmigo, con el grupo y con Lluïsa hasta el momento me ha aportado cosas positivas. He encontrado herramientas que no esperaba para ayudarme a avanzar en mi día a día en el ámbito físico, emocional y, incluso, psicológico. No digo que no haya cosas negativas, nadie dice que sea sencillo, pero estas también me han ayudado a seguirme conociendo.
Siento que estoy en el camino que me va bien ahora mismo. Siento que estoy donde debo estar.